09 junio, 2010

Regresando a las alturas

 
 
Hace un mes atrás viví el terror de estar encerrado en un cuarto en la más completa soledad, por un momento pensé que no iba a salir vivo de ahí, pero era una soberana tontera... ya había sobrevivido a un cancer "rutinario pero silencioso", una mera alerta de lo frágil que es nuestra existencia, una advertencia desde algún lejano lugar de que debía tomar más firme las riendas...

Hace un mes atrás en la sala de aislamiento radiactivo, simplemente en la oscuridad cerré mis ojos y me imaginé que estaba sencillamente en mi carpa, en las alturas... en un tipico campamento base de una expedición, de esas con las que sueño constantemente, expediciones con grandes objetivos, con grandes compañeros, donde la cumbre más que un trofeo, es la mera excusa para reunirse y ser más que una familia... sencillamente estaba en mi carpa regalona en algun nevero.

La unica diferencia es que el campamento era solo mi carpa, y solo había una gran montaña delate mío, una montaña cuya fisonomía rememoraba mis sentimientos y temores más profundos, una montaña que despertaba ese miedo al fracaso absoluto de morir sin cumplir mis grandes anhelos, ese miedo que hace poco parecía haber vencido cuando entré al quirofano sonriendo... la montaña sencillamente te llama en algún momento, pero en ese momento me quedé encerrado en mi carpa.

Encerrado pensando en todos mis amigos, conocidos y familiares, pero pensando especialmente en mi pequeña hermana que hoy da sus primeros pasos firmes y con una gran sonrisa en el rostro, ese pequeño regalito del cielo que llegó a mis brazos cuando más ponía en duda el valor de vivir arraigado a ciertos valores, a resistirse a soltar esa cuerda, ese piolet aparentemente obsoleto. Tambien pensé en ese amigo que hoy planea en las alturas infinitas, esas alturas que superan esa montaña que se asoma sobre mi carpa, ese amigo que partió sin decirme adiós pero a quien le doy las gracias por hacerme darme cuenta de tantas cosas.

Tambien pensé en ti, a quien hoy abrazo con gran cariño, a quien le sonrío sin temor, a quien tambien le doy las gracias todos los días... por haberme gritado a la carpa desde los lugares más lejanos que me pusiera de pie, que tenía que seguir adelante, que era un gran luchador, que era un amigo, que tenía que seguir trabajando por los demás, que no tenía que rendirme... hoy aún pienso en tí tambien, cuando me levanto de mi saco, salgo de mi carpa...

Para que los primeros rayos del sol lleguen a mis ojos, y me hagan ver que aquella montaña a pesar de haber crecido aún más, ya no evoca ese miedo al fracaso absoluto, sino que me llama a escalarla con calma, con paciencia, atento a los nuevos desafíos, abierto a nuevos aprendizajes... a volver a las alturas a pesar de esa cicatriz, de esas decepciones, a volver pero no con artanería ni buscando una muerte heroica, sino a volver sencillamente con ese espiritu de aventura y lucha que siempre he llevado en lo más recondito de mi ser.

Solo sé que aquella montaña es una nueva oportunidad de vivir, es un nuevo gran desafío, una aventura con un final incierto... es la montaña que siempre he soñado, esa que cuando llegue a la cumbre podré sonreirle a mi hermanita, a mi familia, a mis amigos... darles las gracias y cerrar los ojos para sentir realmente "que el viento aún sopla desde las alturas infinitas"